Estancia muy agradable, apenas 30 pasos del hotel a la playa. El trato del personal amabilísimo, la limpieza perfecta. Las vistas desde la habitación son extraordinarias se ve toda la Manga.
Para decir algo en contra, sobra el restaurante Miramar, levantado justo en plena playa, otro caso de especulación inmobiliaria de la Manga. Se hace necesario un Mar Menor mas equilibrado con el entorno y pensado para las personas, la especulación inmobiliaria se ha cargado la Manga.