Mi estancia en el Radisson Blu Madrid fue simplemente impecable. La ubicación es inmejorable, justo frente al Museo del Prado y a pasos de todo el Triángulo del Arte, lo que hizo que mi visita a Madrid fuera aún más especial.
El personal fue extremadamente atento, la cubana del front desk bien atenta y cordial desde el momento de la llegada; siempre con una sonrisa y dispuestos a ayudar en todo. Me hicieron sentir bienvenido en todo momento.
La habitación era amplia, luminosa y muy cómoda, con una decoración moderna y elegante. Todo estaba perfectamente limpio y cuidado al detalle. El baño con ducha tipo lluvia fue un verdadero lujo después de un día de recorridos por la ciudad.