Llegamos y Jairo, el joven del mostrador por poco ni habla. El cuarto asignado era fatal. Además de muy pequeño, está desnivelado. Muy incómodo. Cuando bajamos a recepción, Jairo ya había terminado su turno y nos atendió Helena. Nos ganamos la lotería. Chica súper simpática y empática con nuestro reclamo. Nos prometió cambiar de habitación y la que nos dieron estaba fantástica. Helena sabe lo que quiere decir servicio al cliente y siempre nos brindó apoyo. Nos despedimos de ella dejándole saber lo agradecido que estábamos con ella y los otros compañeros que amablemente nos atendieron.