El pueblo muy bonito. El hotel en líneas generales bien, la atención es mejorable, falta personal y la responsable siempre quiere tener la última palabra y la razón. Pusimos el cartel de no molestar y entraron sin permiso a hacer la cama sin apenas limpiar. Pocos detalles, pedí el primer día leche de avena y de los cuatro que estuve no compró, pero si me cobró por 4 cafés y una tostada sin nada, 16 euros.

Es una antigua sinagoga reformada muy bonita. El pueblo es muy bonito también La dueña y su hijo encantadores. Muy recomendable

Mamen y su hijo son un encanto, super atentos con todo y con todos.... comer allí y beber sus vinos una delicia, todo buenisimo, casero y ecológico. Gracias por todo sois unos primores

Muy agradable

Las habitaciones no son como en las fotografías, y la dueña del establecimiento se toma excesivas confianzas... Con el alojamiento hemos salido muy descontentos y anonados, el pueblo precioso.