Al llegar por la noche el cuarto olía terrible a cigarros, posiblemente de alguna habitación aledaña, pero era insoportable. Las cortinas no tienen forma de abrirse, y los cajones del velador estaban como si existirían termitas.
El personal tiene carácter serio, pero pese a ello te orienta bien.
La ubicación es buenísima, hay transporte para llegar a la plaza Carolina de manera rápida.